martes, 29 de noviembre de 2011

Cartón y el fin de su soledad




¡Buenos días!
Mi nombre es Cartón
y me gustaría
pertenecerle como al reloj
le pertenece el tiempo.

- ¿Cuál es el motivo?

Es lo que siento.

- ¿Qué hay de su libertad?

Ella no le pertenece a usted
sino a mi corazón,
que ya está alquilado,
discúlpeme.

- ¿Qué hay de su entidad?

Ella no le pertenece a usted
sino a mi corazón,
que ya está alquilado,
discúlpeme.

- ¿Le queda algo valioso dentro?

Le daré lo que tengo.

- No estoy interesado,
no quiero faltarle al respeto
pero usted es el ser más pobre
de este mundo tierno.

- Usted no está solo,
usted no es nada.

Todavía soy una mentira.


- Aquí no aceptamos mentirosos.
Adiós, señor Cartón.

Adiós, señora Soledad.

Y así ocurrió
en un otoño amarillo
en el que el señor Cartón,
con carácter definitivo,
dejó de estar solo.

Sin embargo,
Soledad se equivocó;
Cartón era algo.
Era una forma grotesca y áspera
de lo que algunos llamamos amor. 





miércoles, 16 de noviembre de 2011

Otoño






Otoño renovado,
otoño renovador.





Las hojas se caen
a frecuencia constante
soltando su perfume seco
de sueño de ceniza
que ha perdido en un instante
su vida.

Hay un sonido repetitivo
en su lenta caída,
triste, melancólica,
como si fuesen
lágrimas de melodía.

Los árboles cantan de maravilla;
su voz, en otoño temerosa
de desnudez y soledad,
resuena en los bosques,
las raíces, las hojas,
iluminando al roble,
castaño, persona
de sus eternos colores.




Tengo un otoño dentro
tengo un otoño fuera.

A veces se nos caen hojas
de nuestro frágil tronco,
hojas en forma de gota,
ramas en forma de ojos.

A veces se nos caen sueños
que vuelan lentos, libres
y cantamos por su regreso
melancólicos, tristes.

Aunque siempre hay un nacimiento.
La primavera es la canción
del árbol sincero
que espera de las lágrimas su color.




El otoño huele a comienzo.
Las lágrimas huelen a comienzo.

Todavía tengo un sueño que no ha volado:
No te alejes de mi tronco de árbol.