Los charcos que
contaminan
la sequedad de estas
calles
se muestran opacos
a los ojos helados,
sedientos de
lágrimas,
como los míos.
El humo de tu cigarro
arrogante
no altera el paisaje
subjetivo
de la realidad.
Las contracciones
ágiles
de tus extremidades
que te permiten
hablarme
a puñetazos,
ni siquiera me tocan,
aunque así lo sienta
tu tacto.
Las letras que
pronuncias todas juntas
con una dirección y
un sentido predecibles
en las noches de
muerte programada;
tu presente simple de
indicativo,
la luz que procuras
propagar
a charcos opacos como
los míos;
sólo provocarán la
sordera de los muertos.
Si pretendes la
resurrección de los seres,
la supervivencia del
yo al nosotros,
si pretendes la
justicia,
o más bien tu
justicia,
si pretendes la
verdad,
o más bien tu verdad,
permítenos nuestros
defectos,
ámalos
como anuncia tu
filosofía,
y déjanos en paz.
Por mucho que nos
grite a la oreja el silencio,
no vamos a despertar.
Sí, la frase final es un canteo. Me gusta el poema en general, como casi todos. Tío, lo vas a petar hoy :).
ResponderEliminarMuchas gracias Dani. Esperemos que salga todo muy bien!
ResponderEliminarSi, opino lo mismo ;-) la frase final rompe todos los esquemas! El puñetazo !
ResponderEliminarHay que romper las cadenas del mundo para que nazca el ser humano. La lástima es que esta última frase no es mía, es de Hermann Hesse...
EliminarThe song fits perfectly
ResponderEliminarYo también lo creo. ¿Te gustó como modifiqué la foto del cigarro?
EliminarSublime. Ha salido todo perfecto. Este no lo había visto hasta que lo escuché esta noche. Me ha dejado en éxtasis. :)
ResponderEliminarMuchas gracias, Elena. Es bastante nuevo, y algo distinto a lo que suelo escribir. Es crudo y algo oscuro. Pero me alegra que te haya gustado
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